Ha llegado la navidad

El otro día, mientras caminaba por la calle de vuelta a casa de noche, algo sobre mi cabeza se iluminó.
Podría haber sido una maravillosa idea que hubiese facilitado la vida en este pequeño punto azul en el que vivimos, podría haber sido la aparición mística de un Dios al que hace eones habían olvidado o tal vez podría haber sido una simple bombilla que algún habitante, ajeno a mi vida, había encedido en alguna habitación de una casa cercana.
Pero daba la casualidad que esas luces no eran, nada más y nada menos, que unas bonitas luces de navidad colgadas de lado a lado en la calle, a lo largo de toda su extensión. Sus bombillitas azules y blancas brillaban como diminutos soles tenues que ansían ser vistos en una oscura noche de astrónomo y reflejaban sus modestas luces en unas tiras de color plateado que se mecían tranquilamente al son del viento mientras se bañaban de luz azul y blanca, como si estas porciones estiradas de plateada luna esperasen ponerse morenas con la luz, supongo que para que pudiesen usarlas también en decoraciones lumínicas de verano.
La calle desembocaba a la plaza del pueblo. En la plaza, la cálida y acogedora luz de las bombillitas era sustituida por la luz de los bares, de las dos grandes torres lumínicas y de los postes de luz azul que hay en ella.
En mitad del parquecillo que tiene la plaza, había colocado un establo de madera con su San José, su Vírgen María, algunos pastores, los tres Reyes Magos y su niño Jesús. Desconozco la procedencia de estas figuras de gran tamaño, aunque podría afirmar sin temor que el pequeño Jesusito debe venir de algún lugar muy al norte de Europa, pues aún haciendo frío y siendo de noche, allí estaba él, tumbado en su cunita de paja y madera, en pañales, estoico e inmutable ante el frío y la noche, con una sonrisilla en los labios que sólo podría atribuirse al pensamiento "Qué más dará el frío si soy hijo de Dios..." y los brazos muy abiertos.
Seguí caminando hasta poder contemplar el establo y sus figuras de cerca."Hazle una foto al niño Jesús y después, yaya, les haces una foto a mi pelo", decía una niña pequeña que se encontraba cerca mío."Anda,como voy a hacerle una foto a tu pelo",respondió la abuela de esa niña. Entonces de un saltito la niña bajó de un pequeño asiento que se interpone entre el establo asentado en el parquecillo y la plaza en sí, me dijo "¡Adiós!" con una risilla dulce, como si me conociese de toda la vida y parte de la vida de otra persona, le dió la mano a su abuela y se marchó dando pequeños saltitos.
A mi espalda la gente andaba rápidamente por la plaza. Todos los viandantes parecían ajetreados, como si no tuvieran un minuto para estarse quietos, y andaban unos y correteaban los otros que estaban aún más ocupados que los unos que andaban. Volví a girarme para ver a mi ya amigo Jesusito, que ahí seguía, casi desnudo en el establo con su sonrisa de desprecio hacia la gente que correteaba por la plaza con sus chaquetas, sus bufandas, sus guantes y sus gorros de lana o sus boinas.
Porque, en efecto, todos los caminantes o corrientes iban bien recubiertos de ropa para no tener frío, todos y cada uno de ellos, desde la señora gorda con las bolsas de Solís, que deduje que estarían llenas de ropa, pues en esa tienda venden ropa, hasta la joven pareja que parecía tener prisa hasta para darse besos, pues juntaban sus labios y rapidamente ya los habían separado, aunque no les culpo, supongo que temían que con el frío se les quedasen pegados los labios y tuviesen que acudir al médico. Aún así, no creo que tuviesen que preocuparse mucho, pues a Jesusito no parecían quedársele las posaderas enganchadas a su cunita de madera por culpa del frío, además de que el calor del amor se encargaría de mantener separados esos labios,listos para más besos.
Sin duda había llegado la navidad, pero no sabía bien bien qué me había informado de su llegada.
Tal vez fuesen las luces con sus tiras navideñas en proceso de morenización para convertirse en luces multiépoca, útiles en verano, útiles en invierno.
Tal vez fuese el Belén, con su San José, su vírgen María,algunos pastores, los tres Reyes Magos y mi ya compañero de un trozo de vida el niño Jesús, el cual seguía ahí con sus pañales y con sus brazos abiertos como queriendo abrazar el frío.
Tal vez fuesen las personitas ajetreadas que se movían por la plaza como hormiguitas trabajadoras vestidas de invierno con sus bufandas, sus chaquetas, sus gorros de lana, sus besos rápidos y sus bolsas del Solís presumiblemente llenas de ropa.
O tal vez la mezcla de todo, o mi reloj interno, o los anuncios de la tele. Pero de lo único que estaba seguro es de que la navidad había llegado.

2 comentarios:

  1. Simplemente me encanta ^^ que bien he hecho en apropiarme de ti como nuevo autor del blog :D Ahora cuando ponga algo.. te presento xD

    Bueno :) ya te dije mi opinión. Me encanta que veas más allá de las cosas y lo mezcles con tu forma de ser. Perfecto.

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  2. esta muy chulo :D ami tbn me gusta mucho, no sabia que escribieses asi tbn pal^^, esta genial! :). Verlo de esta forma que ya empezo ya da alegria navideña jaja^^.

    Cuidate!.

    Uri.

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Gracias por comentar :3

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