Tardes en Talé

Las tardes en Talé eran húmedas y calurosas. El sol solía derramarse sobre las calles con toda su fuerza una vez pasaba la hora de la comida; era normal que a esas horas estuviesen vacías y que, en cambio, fuesen los bares con pequeñas terrazas con sombrillas los que estaban a rebosar.

Recuerdo perfectamente uno de esos bares. Tal vez no era el más lujoso, pero sin duda alguna era el más acogedor.
El dueño, un hombrecito francés de marcado acento,brillante calva y engominado bigote, era quien solía servirme. Su nombre era Alberte, todo un caballero con las señoritas y un gran amigo para los caballeros. Solía acercarse a mi mesa e iniciar una conversa semejante a la siguiente:

-Oh, señog Vígtog, ¿Qué tal egstá hoy? ¿Le pongo lo de siempge, un café con hielo? ¿No quiege un choguito de aleggía paga animag ese café tan tgiste? - Solía decir con una sonrisa y
mientras señalaba con la mano abierta los licores que habitaban , magistralmente ordenados por colores formando un arco-iris, el armarito que estaba detrás de la barra.

-Alberte, Alberte, sabes que me pongo a escribir justo cuando me acabo el café, no creo que tu "aleggía" policromática me ayude a concentrarme. Ponme lo de siempre.

Y tal y como había venido, se marchaba, soltando grandes carcajadas y repitiendo la palabra "aleggía".


1 comentario:

  1. Me encanta que vuelvas a escribir! *3*

    Como ya comentamos, me gusta la idea del arco iris y del acento. Quiero más, ya lo sabes!

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Gracias por comentar :3

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