Recuerdo perfectamente uno de esos bares. Tal vez no era el más lujoso, pero sin duda alguna era el más acogedor.
El dueño, un hombrecito francés de marcado acento,brillante calva y engominado bigote, era quien solía servirme. Su nombre era Alberte, todo un caballero con las señoritas y un gran amigo para los caballeros. Solía acercarse a mi mesa e iniciar una conversa semejante a la siguiente:
-Oh, señog Vígtog, ¿Qué tal egstá hoy? ¿Le pongo lo de siempge, un café con hielo? ¿No quiege un choguito de aleggía paga animag ese café tan tgiste? - Solía decir con una sonrisa y
mientras señalaba con la mano abierta los licores que habitaban , magistralmente ordenados por colores formando un arco-iris, el armarito que estaba detrás de la barra.
-Alberte, Alberte, sabes que me pongo a escribir justo cuando me acabo el café, no creo que tu "aleggía" policromática me ayude a concentrarme. Ponme lo de siempre.
Y tal y como había venido, se marchaba, soltando grandes carcajadas y repitiendo la palabra "aleggía".
-Alberte, Alberte, sabes que me pongo a escribir justo cuando me acabo el café, no creo que tu "aleggía" policromática me ayude a concentrarme. Ponme lo de siempre.
Y tal y como había venido, se marchaba, soltando grandes carcajadas y repitiendo la palabra "aleggía".
Me encanta que vuelvas a escribir! *3*
ResponderEliminarComo ya comentamos, me gusta la idea del arco iris y del acento. Quiero más, ya lo sabes!