Unos días más


- Y al final, ¿Qué vas a hacer? Supongo que te quedarás, ¿No?
Jan se acercó la copa a los labios y dio un profundo trago. Se quedaron marcados en el cristal. Carraspeó sonoramente y se reajustó el cuello de la camisa y la corbata entre toses y una respiración difícil. El licor era muy fuerte y tanto tiempo sin beber le había hecho perder facultades. Aun con problemas para respirar, contestó.

- La verdad es que...

- ¿Qué?

- No sé, quizás me quede durante un par de días más y después me marcharé, ya sabes, hasta que las cosas se calmen y podamos volver a c-

- Sabes que las cosas no se van a calmar, ¿Por qué te empeñas en creer que va a cambiar la situación, Jan? - Dijo Félix mientras abría los brazos violentamente, derramando una pequeña cantidad de coñac de su copa al suelo de losas blancas- Te vas y dejas un problema ahí en medio y te crees que va a mejorar. ¿De verdad, Jan? ¿Un mes y un par de días calmarán las cosas? En serio, no sé si es que sigues siendo tan imaginativo como cuando éramos niños o es que te has vuelto gilipollas de golpe. - Dio un sonoro sorbo a su coñac se recostó sobre su asiento- Si vuelves, vas a estar en la misma maldita situación que antes, Jan. ¿Y sabes qué es lo peor? Lo peor es que lo sabes, Jan, lo sabes. Volverás y estarás en las mismas.

- ¿Y qué hago entonces,eh? ¿Te crees que es fácil para mí volver, eh, Félix? Pero si vuelvo podré solucionar las cosas de la única manera que no implica más peligro añadido. Y entonces todo volverá a la normalidad, el día a día volverá a ser el día a día.

Félix abrió los ojos como platos y dejó la copa en la mesa con una calma que no correspondía con la furia de su mirada.

- Eres imbécil, eres un imbécil total. Adelante, dale el dinero y te dejará en paz a ti y a tu familia, al fin y al cabo sólo has matado a uno de los suyos. Tampoco es para tanto, sólo te has cargado a su sicario más fiel y profesional. Esos diez mil euros os librarán de toda preocupación, sí señor. ¿De verdad eres tan sumamente crédulo? Te matarán y muy probablemente a tu familia también. Y no hace falta que diga que el dinero también se lo quedarán.

- ¿Y por eso me han dado un número de teléfono y me ha dicho que en cuanto llame dejarán de acosarme y podré darles el dinero? Ahora mismo me están persiguiendo porque no saben si les voy a dar algo. Volveremos a casa y le llamaré. En cuanto le llame dejarán de buscarme Le llevaré el dinero donde y cuando me diga y todo habrá acabado. Quedarme aquí expone a mi familia a todo tipo de peligros...y son lo único que me queda. Adiós, Félix, y gracias por tu ayuda de todas formas.

- Bah, mira, me da igual. Haz lo que te dé la gana, ya volverás, o no, justo te darás cuenta de que tenía razón cuando te esté atravesando la cabeza una bala.

Jan tragó saliva, se levantó del sillón. Picó a la puerta para salir y el guardaespaldas mulato del otro lado le abrió la puerta con una sonrisa en los labios.

- ¿Todo bien, no? Pues claro, joder, el señor Félix es su hermano, los asuntos familiares los trata con especial cuidado.

- Sí,podría decirse que sí...- Dijo mientras bajaba las escaleras que daban hacia el pasillo donde se encontraba la puerta de salida.

En el fondo, Jan estaba horrorizado. Su hermano se lo había dicho sin rodeos. Si resulta que Arnaldo le había mentido, el lugar de entrega de los diez mil sería su tumba. ¿Pero qué podía hacer? No podría esconderse eternamente.

Y ayudar a su hermano a acabar con Arnaldo, sus hombres y sus negocios aumentaría el peligro al que ya estaban expuestos él y su familia.









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