Bienvenidos a Sunset Views


Despiertas súbitamente. No recuerdas que estabas soñando, pero sabes que ha sido algo horrible, lo suficientemente horrible como para haberte despertado.

Extraños pensamientos circulan por tu cabeza, no puedes entenderlos con claridad. Crees escuchar palabras aleatorias susurradas en tus oidos. Las voces que las susurran son cada vez diferentes, la voz de un niño, la voz de una mujer, la de un hombre...

Entonces te duelen los ojos. Apenas puedes mantenerlos abiertos. Las palabras empiezan a formar pequeñas estructuras. "Las miradas"..."Tal vez"..."Cama de agua"..."Está hecha"...
Decides cerrar los ojos para huir del dolor.

Tanteando, consigues salir de tu habitación y llegar al lavabo. Enciendes la luz. Entras y abres el grifo. Llenas tus manos de agua. En cuanto el agua toca tu rostro, escuchas una última palabra y se hace el silencio. Abres los ojos con cuidado. Mirar ya no es un tormento.

Cierras el grifo. Te giras hacia la puerta. No recuerdas haberla cerrado. Tampoco recuerdas haber echado el pestillo. No recuerdas que la puerta fuese verde. No recuerdas que, por su parte inferior, se colase una luz funesta de fluorescente.

Retrocedes un par de pasos. Tu lavabo sigue igual. Lo que ha cambiado es la puerta. Observas la luz que se desliza por debajo de la puerta. Retrocedes algo más y te sientas en el retrete. Miras hacia la ducha. Todo en su sitio; el champú, el gel, la esponja azul...

Escuchas algo. Un sonido vibrante. Un sonido vibrante y amenazador. Te acurrucas contra la pared. Golpeas el rollo de papel higiénico y cae. Su sonido amortiguado al chocar contra el suelo se confunde con los latidos de tu corazón. Cada vez van más rápido. El sonido del exterior cada vez es más fuerte. Miras la luz funesta. Parece que en cualquier momento la puerta va a abrirse.

Entonces, el ruido calla. Ningún sonido se atreve a romper el silencio. Miras hacia el espejo, hacia la ducha, hacia el armarito donde guardas el cepillo de dientes. Tu corazón late de forma atronadora. Miras hacia los cajones bajos llenos de peines. El latido de tu corazón no se detiene. Te pegas más a la pared, te frotas contra ella. Tu vista se nubla. Te sientes pesado. Notas como te empiezas a desplomar. Tu cabeza choca contra la pared y se desliza suavemente hacia abajo. El golpe no te importa. Sientes que tus párpados son telones que ansían cerrarse para dar por terminada la obra. Los cierras y la oscuridad entra en tu cabeza.

Abres los ojos. Miras hacia la puerta. Sigue cerrada y verde. Tu respiración se acelera cuando compruebas que la luz sigue entrando por la rendija de la parte inferior. Te levantas. Estás temblando y no puedes concentrarte en tus pensamientos. Acercas tu mano al pestillo. El temblor hace que retirarlo sea un suplicio. Cada intento es un fallo. Finalmente, lo consigues. El sonido metálico que hace al golpear la puerta verde retumba en tu cabeza. No consigues parpadear.

Coges la maneta con las dos manos. Respiras hondo. Intentas tragar saliva, pero tu boca está seca. Un extraño sabor amargo inunda tu paladar. Se vuelve insoportable. Sueltas la maneta y te retiras tambaleante al retrete. Levantas la tapa. Notas tu boca llena de una sustancia espesa. No puedes contener las arcadas.

De pronto, el sabor desaparece de tu boca. Te dejas caer hacia atrás. Permaneces tumbado en el suelo del lavabo, mirando el techo. Respirar rápido y de forma ahogada. Te levantas. Coges la maneta. La haces girar. De un fuerte tirón abres la puerta.

No puedes creer lo que hay al otro lado. Una habitación oscura con un despertador en el centro. Las luces son rojas. Cierras la puerta. La luz que entra por debajo es blanca. Abres la puerta. Ves las luces rojas. Entras en la habitación. Cierras la puerta. Desaparece frente a ti.

Golpeas el lugar donde estaba la puerta con todas tus fuerzas. Arañas, gritas. Pero sólo queda una pared negra frente a ti. Te arrodillas y lloras. No comprendes que está ocurriendo.
El despertador suena. Es el sonido que escuchaste desde dentro de el lavabo. Te acercas a él. Marca las dos y media de la mañana. Estiras el brazo y pulsas el botón de la parte superior para detener el sonido. Mantienes la mano ahí. Los números del reloj se han transformado en algo que parece un "ESPERA" escrito con líneas de color rojo.

Levantas la mano y las luces rojas se apagan. Tus fuerzas se desvanecen. Intentas mantenerte de pie, pero te es imposible. Caes de rodillas. Intentas resistir, te levantas como puedes, pero tu voluntad se esfuma y caes pesadamente contra el suelo. No puedes ver nada. Todo está completamente negro. Percibes un olor acre y el sabor vuelve a tu boca.

Te retuerces en el suelo, te intentas arrastrar. El olor y el sabor parecen llenar toda tu mente. Haciendo acopio de fuerzas, metes tu mano en la boca, intentando extraer de ella cualquier cosa que pudiera estar dentro, pero no hay nada. Braceas y pataleas en todas direcciones, pero no hay nada a tu alrededor. Un agudo dolor de barriga, desearías vomitar. Consigues darte la vuelta. No consigues contener las arcadas. Te retuerces algo más hasta que tus fuerzas se volatilizan. Dejas de moverte. Apenas puedes saber en qué estás pensando. Pierdes el conocimiento.


El sol surge por detrás de los árboles, sonrojado de timidez. Abres los ojos. Estás tumbado en una cama en mitad de una carretera. A tu alrededor, árboles que parecen cernirse sobre ti. Ves un cartel de color azul cielo con visibles marcas de óxido. Con letras grandes y blancas está escrito "Bienvenidos a Sunset Views. Población ???+1". Una flecha hacia adelante marca la dirección a tomar.

Bajas de la cama. La carretera se prolonga hacia un horizonte cubierto de niebla espesa. Parece algodón de azúcar ocultando la realidad para que no pueda alcanzarla la vista.

Empiezas a seguir la carretera. No sabes que encontrarás al final.

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