Una noche en la taberna.

Bueno! Hace días que no ponía nada. Hoy traigo algo... nuevo. Bueno, nuevo porque es una "sección" en la que iremos colgando historias paralelas a mi historia principal. Supongo que poca gente lo entenderá, pero bueno... casi va colgado por la gente que si sigue el cuento. Palarus y yo nos encargamos de entremezclar nuestras ideas (y nuestros párrafos) para crear estas leyendas, miniescenas y demás narraciones.

Y como parte informativa decir que es un suceso ocurrido antes de que los personajes participaran en cualquier guerra, cuando Mika tenía 16 (en la historia tiene 21), Lers tiene 15 (aunque aparenta más) y Naia 18.
Decir que Darbal y Naledin son obra de Pal y que si queréis imaginaros a la hueste los que no la conocen a fondo... son parecidos a zombies.
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Aquella noche la taberna estaba agitada. En una esquina, rodeado de mucha gente, estaba el viejo Darbal gritando como un poseso y gesticulando con los brazos. Su llegada a la taberna solía augurar el cese de los cánticos de borrachos y el inicio de miradas de terror entre los allí presentes.

Darbal era un hombre ancho y encorbado conocido en toda la ciudad, pues sus historias estaban en boca de todos. Desde que había dejado atrás las batallas, se dedicaba a rememorar su pasado en relatos poco creibles, pero lo suficientemente entretenidos como para que nadie interrumpiese sus locuras.


-Sí, sí, yo estuve allí,combatiendo en esas colinas nevadas. Fue horrible, no paraban de salir. Cada enemigo que atravesábamos con nuestras lanzas y caía muerto, al cabo del rato, se levantaba de nuevo de entre la nieve.

Otro hombre más fornido y con los pómulos rojizos y ardientes empezó a reirse.
- ¡Eso es imposible! - gritó entre carcajadas. 

El viejo Darbal acentuó su mirada irritada y le asestó con su bastón en la cabeza, haciendo que se callara de inmediato.

-¿Y...y qué pasó, Darbal? ¿Al final que hicisteis? - se escuchó de entre la gente.

Darbal carraspeó ligeramente y abrió mucho los ojos.
-Nos ayudó un mago...- empezó a mover las manos mientras miraba a los oyentes apiñados a su alrededor.

-Por favor, Darbal, lo que nos faltaba oir de ti...- Dijo una mujer de aspecto desaliñado que tenía en su regazo a un niño rubio con una mirada cansada - ¡Empiezo a pensar que ni siquiera fuiste guerrero!

Algunas personas más comenzaron a murmurar a su alrededor y Darbal golpeó el suelo tres veces con su bastón para hacerles callar. 

- El mago llegó... - antes de que la mujer volviese a abrir la boca en una queja, la fulminó con su mirada arrugada, lo que la hizo desviar los ojos hacia otra parte - y nos dijo que para que no resucitasen, teniamos que quemarlos. ¡Quemarlos!

Se podía percibir la incredulidad y el horror en la mirada de los presentes. Los más pequeños se abrazaron a sus madres escondiendo sus caras, dejando únicamente al aire las orejas para poder seguir escuchando lo que Darbal decía.

- Cada vez que derribábamos a uno de una lanzada, lo atravesávamos contra el suelo - Golpeó el suelo agresivamente con su cayado -, les echábamos brea y les prendíamos fuego. Algunos intentaban levantarse aun ardiendo ¡Aun ardiendo los malditos querían matarnos! Por eso los ensartábamos antes de quemarlos, para que no se levantasen y nos matasen. Vi morir a más de un compañero por no clavar su lanza con suficiente fuerza en sus sucios cuerpos.

Una risa joven y femenina apareció tras el gentío, algunos rostros dejaron de estar atentos a Darbal para observar a la recien llegada muchacha. Era una chica con el pelo rubio ceniza, recogido en una larga trenza y un delantal que la caracterizaba de camarera. Poseía unos grandes ojos ambarinos y una belleza excepcional.

- ¿Ya estás con tus mentiras, viejo verde? No voy a dejarte beber ni una gota más, que lo sepas. ¿No ves que asustas a los niños?

La tensión que había creado Darbal se aligeró. Los niños empezaban a girar sus cabezas hacia el viejo, que tenía la boca medio abierta de indignación.

-¡Tú que vas a saber! ¡Eh,Naledin! - Se dirigió hacia un viejo calvo que levantó la cabeza mirando al cúmulo de gente. Tenía una cara extraña, entre enferma y asustada, salpicada de cicatrices y marcas de viruela.-¡Explícales como atravesaste a ese cerdo y se te echó encima envuelto en llamas!

Naledin rechazó su propuesta alzando el brazo y moviendo la mano, sin embargo, la insistencia de su público terminó haciendo que carraspeara y comenzase a hablar.

- ¡Naia, muchacha, traeme otro trago! Uno no puede contar buenas historias con el gaznate más seco que la paja en verano.

Unos minutos y un par de suspiros después por parte de la muchacha, el hombre se terminaba la bebida y se secaba la boca con la manga de su roida camisa.

- No os voy a engañar, nunca pasé tanto miedo como en aquel momento. La hueste puede hacer temblar al más valiente de los guerreros. ¡Os lo puede decir cualquiera que haya combatido contra la hueste! - Cogió la jarra y miró con sus ojillos vidriosos dentro para comprobar que estaba vacía. Con cierto desdén,la dejó en la mesa. - La hueste había estado avanzando toda la mañana. Por muchos que quemásemos, siempre había más y más. ¡No dejaban de salir! Cada segundo temíamos por nuestras vidas y por las vidas de nuestros compañeros. Llegado el medio día, parecía que les íbamos ganando terreno. Entonces uno de ellos se alzó de entre la nieve y vino a por mí. Alcé la lanza tan rápido como pude y ¡Chas! Se atravesó el pecho completamente. ¡Pero se tenía aun en pie,el condenado! Empuje tanto como pude hasta dejarlo clavado contra un árbol. No se movía. Solté la lanza y caí al suelo agotado. Pero esperé demasiado, justo después de echarle brea y encenderla, levantó los brazos y me cogió de la coraza.

Los niños se sorprendieron y se escuchó como uno de ellos sollozaba, seguramente estuviese imaginando la historia sobre el mismo. Su madre le abrazó con fuerza. Naia escuchaba la historia un poco más alejada y pronto, otro muchacho rubio acudió junto a ella. Al ver al anciano narrando aquel suceso, pareció interesarse por la historia.

- ¡Te lo estás inventando tu también! - bramó un joven, muy delgado, apoyado sobre la pared, no parecía tener más de doce años.
Ante esta afirmación, la gente volvió a murmurar y los dos antiguos guerreros acompañaron a aquel ruido con nuevos farfulleos y palabrotas. El chico rubio, caminó entonces hasta muchacho que había puesto en duda la palabra del veterano.
- ¿Acaso tu conoces mejor a la hueste sombría? ¿Crees que la llaman así por nada?

- Será posible, ¡Qué chicos más insolentes! ¡Tendríais que ir a la batalla a ver con vuestros propios ojos lo que es la hueste! - Darbal movía los brazos como loco y aporreaba el suelo con su bastón.

El chico rubio se sentó al lado del anciano guerrero.

- ¡Qué más da lo que duren,los mataremos a todos! - Dijo con una gran sonrisa en los labios.

- Muchos jóvenes optimistas como tú cayeron en aquella colina. Créeme, no puedes imaginar el horror que trae consigo la hueste. - Esta respuesta enfadó al joven. Se levantó rápidamente y se encaró a Naledin.

- ¿Estás insinuando que moriría en la batalla?

- Yo no he dicho eso, chico,tranquilízate, sólo he dicho que muchos murieron por creer que la hueste era poco más que cuentos para asustar a los más pequeños ¡Será posible! Ojalá tengas el mismo genio cuando te toque enfrentarte a ella

El chico rubio se acercó más aún al anciano y, junto con una de sus picaras sonrisas, le susurró algo al oido.

- Recuerda el nombre de Lers, porque algún día tendrás que reconocerme como el héroe que salvo al mundo de la hueste.



En fin xD ojala os haya gustado.


D: Esperamos vuestros comentarios... para poder mejorar. Podéis dar incluso ideas!
Saluudos :)
(Aún no tiene nombre la sección xD)

Merii

2 comentarios:

  1. Genial :) me encanto!, esta super bien echo :) como lo explika nedelin la historia de los hueste y el final brutal :) la clavastes!. Un 10! :D

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  2. La verdad es que,visto así todo completo,queda muchísimo mejor :D

    ¡La semana que viene ciencia ficción,no te vayas a escaquear!

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Gracias por comentar :3

Nuestros pingus~